Tengo más suerte de la que admito tener, pero cuesta reconocerlo e incluso resulta complicado reconocerla entre tanto altibajo, entre tanto sobre salto.
Tengo un chico que me adora, que me quiere con mis gracias y con mis desgracias, que disfruta con mi sonrisa y se desconcierta y entristece con mi sufrimiento, que intenta aprender de la única persona que le aconseja y orienta para poder aconsejar y orientar cuando resulta necesario.
Hemos cambiado los papeles, antes él era el que sufría, el que no podía controlar sus sentimientos, sus nervios, él era el inseguro, el que te tenía decenas de miedos, decenas de rencores y el que no comprendia el porqué de todo lo que pasaba a su alrededor. Obviamente yo era la fuerte, la decidida, la consejera, la que siempre sabia qué hacer y el porqué de las cosas. Yo podía absolutamente con todo y él, hacia lo posible por poder.
Ahora, ¡Quién lo diría! soy yo la que necesita que le empujen, que le empujen fuerte, que le sonsaquen los motivos de tanta tristeza, de tan poco arranque, él hace lo posible por ser un apoyo tan importante como para él lo fui yo. No me puedo quejar.
También tengo el amor de mi perro, que se alegra cuando me ve llegar y que me hace mil y una puñeta para que no pueda quedarme de brazos cruzados, el que me hace reír con sus tonterías.
Y mi madre, que aunque hemos estado más separadas de lo que nos hubiera gustado, ahí está deseosa de compartir tiempo, ahí la tengo para darle todo el amor que quiera, espero, a partir de ya, poder demostrárselo.
Incluso a mi padre, que tantísima guerra me da, que tanto nos hace sufrir, tiene de positivo que pone a prueba constantemente mi capacidad de perdonar y de dar tantos pasos atrás y adelante como sean necesarios, para después arrepentirme de cada uno y volver a empezar en este baile desquiciante.
Y mi hermano, que se encarga de parte de las cosas que yo me encargaba, que me lo mismo me alivia la carga que llevo que me la tira, que está siendo mejor hijo de lo que jamas habría imaginado y que nos hemos unido como nunca lo habíamos estado. Es un canalla, una buena persona.
No tengo muchos amigos, más bien diría que ninguno, ninguno verdadero, pero eso es porque valoro la amistad casi como un tesoro, pero si que tengo personas que a pesar del paso del tiempo, están dispuestas a tomar una cañita...Será cuestión de aceptar de cada persona aquello que puede dar, algunos solo pueden dar su tiempo de ocio y diversión, otros confían las penas, otros aparecen con un tambor, meten ruido y se van..En fin, cada cual debe hacer lo que considere oportuno y yo no debo dar tanta importancia a tantas cosas.
Y así, escribiendo por escribir, ha resultado que tengo gente incondicional a mi lado, y otros condicionales,como los verbos, pero que bueno, ahí están.
Tengo un chico que me adora, que me quiere con mis gracias y con mis desgracias, que disfruta con mi sonrisa y se desconcierta y entristece con mi sufrimiento, que intenta aprender de la única persona que le aconseja y orienta para poder aconsejar y orientar cuando resulta necesario.
Hemos cambiado los papeles, antes él era el que sufría, el que no podía controlar sus sentimientos, sus nervios, él era el inseguro, el que te tenía decenas de miedos, decenas de rencores y el que no comprendia el porqué de todo lo que pasaba a su alrededor. Obviamente yo era la fuerte, la decidida, la consejera, la que siempre sabia qué hacer y el porqué de las cosas. Yo podía absolutamente con todo y él, hacia lo posible por poder.
Ahora, ¡Quién lo diría! soy yo la que necesita que le empujen, que le empujen fuerte, que le sonsaquen los motivos de tanta tristeza, de tan poco arranque, él hace lo posible por ser un apoyo tan importante como para él lo fui yo. No me puedo quejar.
También tengo el amor de mi perro, que se alegra cuando me ve llegar y que me hace mil y una puñeta para que no pueda quedarme de brazos cruzados, el que me hace reír con sus tonterías.
Y mi madre, que aunque hemos estado más separadas de lo que nos hubiera gustado, ahí está deseosa de compartir tiempo, ahí la tengo para darle todo el amor que quiera, espero, a partir de ya, poder demostrárselo.
Incluso a mi padre, que tantísima guerra me da, que tanto nos hace sufrir, tiene de positivo que pone a prueba constantemente mi capacidad de perdonar y de dar tantos pasos atrás y adelante como sean necesarios, para después arrepentirme de cada uno y volver a empezar en este baile desquiciante.
Y mi hermano, que se encarga de parte de las cosas que yo me encargaba, que me lo mismo me alivia la carga que llevo que me la tira, que está siendo mejor hijo de lo que jamas habría imaginado y que nos hemos unido como nunca lo habíamos estado. Es un canalla, una buena persona.
No tengo muchos amigos, más bien diría que ninguno, ninguno verdadero, pero eso es porque valoro la amistad casi como un tesoro, pero si que tengo personas que a pesar del paso del tiempo, están dispuestas a tomar una cañita...Será cuestión de aceptar de cada persona aquello que puede dar, algunos solo pueden dar su tiempo de ocio y diversión, otros confían las penas, otros aparecen con un tambor, meten ruido y se van..En fin, cada cual debe hacer lo que considere oportuno y yo no debo dar tanta importancia a tantas cosas.
Y así, escribiendo por escribir, ha resultado que tengo gente incondicional a mi lado, y otros condicionales,como los verbos, pero que bueno, ahí están.
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