viernes, 4 de marzo de 2011

PAREJAS


Dos almas libres, una más experimentada que la otra, hablando con seguridad y convenciendo a la otra de que haciéndolo de cierta forma no habrá ninguna complicación, se deja guiar y nueve meses más tarde, mas querida y acompañada que nunca, nace su hija, la suya, la de ella. Él no merece ser el padre, tampoco es algo que quiera.

Dos mentes unidas por los años, por la soledad, por los compromisos adquiridos, la familia y por los votos. Quizá en su día también hubo amor. Dieron sus frutos, pero con mucho sufrimiento, décadas casados, una aguantando los nervios, el malhumor, los aprietos económicos, el otro alejado, gris, y traicionando todo lo que estaba en sus manos. Hiriendo.

Dos cuerpos apasionados, jóvenes, liberales sin ser capaces de amarse, sufriendo por no quererse tanto como se desean, faltándose al respeto por la frustración de no poder sentir algo más. Ella deseando formalizar la relación, cueste lo que cueste, forzando los términos. Él evitando etiquetarse, temiendo unirse más de lo que realmente quiere. Sufriendo.

Dos corazones cruzados, creciendo juntos, ella nunca había querido tener novios, siempre creyó que el primero sería el último, escogido entre decenas, buscando seguridad, fortaleza, humor, creatividad, sorpresas. Él, triste, sufrido, a falta de cariño, de ayuda y orientación, inseguro, débil, intentando innovar, madurar, formarse y convertirse en lo que ella anhelaba. Con un buen corazón, con unos sentimientos claros, puros, pero poco meditados. Ella, fría, revisando cada paso dado y por dar, replanteandose practicamente a diario si es eso lo que quiere para su vida, si es todo lo que merece. Un tiempo quizás para no herirse.

Un matrimonio precipitado, poco pensado. Él tranquilo, sin pensamientos complicados, infantil. Ella una mujer clásica, ama de casa y buenisima persona. Los años, el tiempo, las obligaciones y la imposibilidad de dar marcha atrás. El destino los ha unido y aunque no sean lo que se merecen, deciden seguir juntos, conformarse.

Una pareja alocada, ella madre de más hijos de los que le hubiera gustado tener, él padre de hijos que nunca buscó. Relación intensa, ilusiones, decepciones y peleas, más de las que debieron soportar. Él, como suele pasar, la valoró cuando la perdió.

Dos personas unidad por la guerra, por las costumbres de la época. Él con problemas de diversa índole, quizá con poca moral y menos escrúpulos. Ella consolada por sus creencias, presionada por el que dirán. Juntos hasta que la muerte los separase y les dejara descansar.

Dos fachadas unidas por la perfección que lograban mostrar al mundo, él alcohólico reconocido, sociable y querido. Ella muñeca rubia, hermosa, sumisa. Juntos hasta que los golpes les separaron.

No hay dos parejas iguales, ¿¿Pero realmente alguna consigue la felicidad?? Esta es una pequeña muestra de las que hay en mi entorno más cercano.

5 comentarios:

✙Eurice✙ dijo...

En mi humilde opinión la felicidad es una utopia.
Besos!

Z dijo...

pensé por un momento que hablabas de los de "amar en tiempos revueltos".

Dicen que el roc hace cariño, pero también hace callos y heridas. No es justo arrastrar para siempre los errores cometidos en busca de una supuesta felcidad sobrevalorada

BIZITZA dijo...

Cierto Eurice, es una utopia a la que yo ni siquiera aspiro.No logro entender porqué a pesar de todo o con qué fin se unen, se aguantan y se hacen sufrir tantisimo...Masoquismo?miedo a la soledad?
Ajaja, podría ser, si señor Z, algo extraido de amar en tiempos revueltos...en este caso se titularia aguantar en tiempos de crisis.

Have a nice day dijo...

Cada pareja es un mundo las hay que no se quieren y las hay que se adoran :)

Nineu dijo...

discrepo eurice.. la felicidad esta en todas partes, solo hay que saber mirarla.. yo soy feliz cuando viene mi perra y me chupa la nariz, soy feliz cuando tengo una hora libre en el trabajo y hace sol y m puedo sentar a leer tranquila, soy feliz el rato en el que siento la paz de justo antes de dormir, soy feliz cuando veo a mis amig@s y nos reimos de tonterias, o cuando nos contamos nuestras penas y lloramos, soy feliz cuando como un trozo de chocolate negro con frambuesas.. la felicidad esta en las pequeñas cosas..