martes, 6 de septiembre de 2011

PEPITAS DE KIWI


Por variar de temática, contaré una pequeña tragicomedia;

Era un jueves por la noche, Ismael llevaba ya algún tiempo estreñido y luchando para vencer a sus intestinos, todos los días junto con el desayuno, la comida y la cena se comía un kiwi, estaba convencido de que con tesón y perseverancia lograría reestablecer su equilibrio. Si luchaba contra si mismo, antes o después acabaria ganando.


Como todos sabemos, a veces ocurren pequeños imprevistos; Aquel día sintiéndose orgulloso de sí mismo, de su constancia y de su fuerza de voluntad, se comió el kiwi y se dispuso a coger el autobús. Se sentía pletórico, incluso andaba con la cabeza unos cuantos centímetros más alta que otros días. Cedió el único asiento que quedaba libre a una chica de su edad, él no necesitaba sentarse, así su cuerpo actuaria de manera más rápida, eran teorías que él mismo había construido. Un frenazo brusco fue el que realmente logró que su cuerpo fuera más rápido, tanto que en unos segundos choco contra la luna del autobús y al caer de una manera bastante aparatosa al pasillo, se rompió los dos brazos y la cadera.


Tuvo que permanecer encamado varias semanas pero el destino quiso que la auxiliar que le iba a atenderlo fuera la mas bella persona con la que se había topado. El mismo día que empezó a trabajar para él sintió que conectaban de maravilla, tenían una especial complicidad, y no dudo en pedirle que esa misma mañana le diera su correspondiente kiwi junto a su desayuno. Elisa con mucho cariño le dio a cachitos el kiwi, este acto les unió todavía más.

Ismael jamás imaginó que el acto que esa mañana les unía seria el que más tarde les separaria.

Eran aproximadamente las tres de la tarde cuando un fuerte apretón le hizo despertarse, no le dio tiempo a reaccionar, dudo en si era adecuado llamar a Elisa para que le pusiera la bacinilla pero antes de que tomara alguna decisión...El kiwi y sus efectos se hicieron presentes.

Aguantó casi una hora sin llamarle, discurriendo como podría solucionar esa incomoda situación y nuevamente, antes de que lograra encontrar remedio a su preocupación, apareció Elisa alarmada por el olor.

Resultó bastante incomodo, pero ella le insistió en que estaba acostumbrada a dar ese tipo de atenciones, que formaba parte de su trabajo y, finalmente, Ismael accedió a que le aseara, pensó que en un futuro ambos se reirían de ese pasaje que sin duda alguna les uniría aún mas.


La sorpresa se la llevo Elisa tras limpiarle con mucho cariño; Entre los pelos de su amor se encontró decenas de pepitas enredadas como si de una tela de araña se tratase. Hizo de tripas corazón y empezó a quitarlas una por una, como una madre chimpancé desparasitaria a su hijo, según iba quitándolas su pasión se iba apagando a la vez que Ismael se arrepentía de haber vencido a su intestino.

¿Moraleja?